Enfermedades neuromusculares: Causas, efectos y fisioterapia
Las enfermedades neuromusculares se caracterizan por mermar la capacidad motriz de las personas que lo padecen, por lo tanto la aplicación temprana de la fisioterapia permitirá al paciente conservar fuerza muscular y flexibilidad.
Estas enfermedades causan que el sistema muscular quede incomunicado del sistema nervioso, por lo que las personas presentan síntomas de debilidad y atrofia en la movilidad. La mayoría de las enfermedades neuromusculares son degenerativas, originándose en la herencia genética o en el fallo del sistema inmunológico; aunque a veces, la causa real no logra determinarse por completo.
A pesar de que la mayoría de las enfermedades neuromusculares degenerativas no tienen cura, la fisioterapia ayuda a tratar las afecciones y los problemas funcionales para mantener la movilidad, con el objetivo final de retrasar en lo posible la condición degenerativa.
¿Cuáles son las enfermedades neuromusculares frecuentes?
Podemos mencionar tres grupos de enfermedades neuromusculares, las cuales pueden ser detectadas y clasificadas por un especialista al realizar un examen médico que comprende biopsia, pruebas inmunológicas, electromiograma, etc. Estas se detectan con mayor facilidad durante la niñez y son las siguientes:
- Amiotrofia muscular espinal
- Distrofias musculares
- Enfermedades de la unión neuromuscular
Amiotrofia muscular espinal
Es de las más frecuentes y se trata de una condición genética, por lo que su origen es hereditario. En este caso, se presenta una degeneración de las neuronas motoras del asta anterior y de los núcleos motores bulbares, en la médula espinal. Estas neuronas son las encargadas de interconectar al sistema nervioso con los músculos voluntarios, como los de las extremidades.
En específico, el gen alterado es el SMN1, con ubicación en el cromosoma 15 y comúnmente se vincula a la apoptosis (proceso de muerte celular programada). En este sentido, un niño con el padecimiento habrá recibido una copia modificada del gen SMN1 de cada uno de sus padres. Su identificación se da por la presencia de:
- Debilidad muscular
- Trastornos respiratorios
- Contracturas
- Fasciculaciones de la lengua
- Escoliosis.
Distrofias musculares
Las distrofias musculares también tienen su origen en la herencia genética, que engloban a más de 30 padecimientos identificados, que propician la degeneración del músculo. Es una enfermedad del tipo degenerativa, con distintos síntomas que a la postre pueden resultar en la pérdida de la capacidad de caminar.
Las distrofias musculares más comunes son las presentes en la cintura o zona pélvica, distrofia facioescapulohumeral, distrofia de Becker, distrofia de Duchenne, entre otras. La fisioterapia ayuda a prevenir contracturas y deformaciones a causa del padecimiento.
Enfermedades de la unión neuromuscular
Las enfermedades neuromusculares asociadas a este tipo de dolencia se da en tres casos identificables:
- Miastenia Gravis. Es de origen inmunológico por la presencia de anticuerpos. Puede aparecer a cualquier edad, pero es común entre los 20 y 30 años en mujeres y entre los 40 y 60 años en hombres. El síntoma recurrente es la debilidad muscular.
- Síndrome de Eaton-Lambert. Este se detona por la presencia de anticuerpos contra componentes de la membrana presináptica de la unión neuromuscular. Se presenta con la debilidad de los miembros inferiores y en alteraciones de movilidad, lo que comúnmente se manifiesta en estreñimiento o impotencia.
- Síndrome miasténico congénitos. Se determina por la genética, por lo que ocurre desde el nacimiento. Se presenta con debilidad muscular fuera de lo normal ya sea generalizada o en un área específica del cuerpo.
El papel de la fisioterapia
A través de la fisioterapia, se maximiza la función, la independencia, la movilidad y la fuerza, previniendo el dolor y fomentando la participación en la actividad normal. El fisioterapeuta tiene un papel activo en el seguimiento de los cambios y en el tratamiento de complicaciones secundarias como contracturas y curvaturas de la columna.
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El fisioterapeuta aplica ejercicios que mejoran la flexibilidad y la función general del movimiento del cuerpo. Dependiendo del grado de afección, se hace uso de dispositivos especiales que permiten al paciente mantenerse en pie, para reforzar la resistencia en huesos y músculos, el objetivo es que el paciente recobre agilidad y movimiento en las articulaciones.
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